sábado, 13 de agosto de 2011

Borges entre señoras


Entre 1936 y 1939 Borges tuvo a su cargo la sección de libros y autores extranjeros de El Hogar, un semanario bonaerense dedicado principalmente a las amas de casa y la familia. Emir Rodríguez Monegal y Enrique Sacerio-Garí reunieron una amplia antología de estos textos que publicó Tusquets en 1986 con el título Textos cautivos. Ensayos y reseñas en 'El Hogar' (1936-1939).

... in http://www.elpais.com/articulo/opinion/Borges/senoras/elpepuopi/20110814elpepiopi_13/Tes

No conocía este libro y acabo de leerlo, en Mallorca, donde Borges, en cierto modo, hizo su vela de armas literaria poco después de terminar sus estudios escolares, en Ginebra. Aquí escribió versos vanguardistas, firmó manifiestos, se vinculó a un grupo de poetas y escritores jóvenes de la isla, en una actividad intelectual intensa pero que poco dejaba adivinar de la trayectoria que tomaría su obra posterior. No sé por qué me había hecho la idea de que sus notas y artículos en El Hogar, serían, como aquellos escritos mallorquines de su juventud, testimonios de una prehistoria literaria sin mayor vuelo, meros antecedentes de la futura obra genial.

Me llevé una gran sorpresa. Son mucho más que eso. No sé si la selección, que parece haber sido hecha sobre todo por Sacerio-Garí -el libro apareció cuando Rodríguez Monegal había fallecido-, eliminó todos los textos de mera circunstancia y poca significación, pero la verdad es que esta antología es soberbia. Revela a un escritor dueño de un estilo cuajado y propio, enormemente culto, con un punto de vista que le permite opinar sobre poesía, novela, filosofía, historia, religión, autores clásicos y modernos y libros escritos en diversos idiomas, con absoluta desenvoltura y, a menudo, notable originalidad. Un colaborador que semanalmente comentara la actualidad literaria mundial con la lucidez, el rigor, la información y la elegancia con que lo hacía Borges en El Hogar, hubiera dado un gran prestigio a las más exigentes publicaciones intelectuales de los considerados entonces los ejes culturales de la época, como París, Londres y Nueva York. Que estos textos aparecieran en una revista porteña dedicada a las amas de casa dice mucho sobre la probidad con que su autor encaraba su vocación, y, también, desde luego, sobre los altos niveles culturales que lucía la Argentina de aquellos años.

Una de las rarezas de estos textos es que Borges se ha leído de principio a fin los textos que reseña, se trate de la voluminosa traducción de Las mil y una noches de sir Richard Burton, los ensayos sobre la mitología primitiva de sir James George Frazer o las novelas de Faulkner, Heming-way, Huxley, Wells y Virginia Wolf. Todo lo analiza y comenta con la seguridad que solo confiere el conocimiento. Cuando la oscuridad del libro es más fuerte que él, como le ocurre con el Finnegans Wake de James Joyce, lo confiesa y explica las posibles razones de su fracaso de lector. No hay uno solo de estos comentarios que dé la impresión de haber sido elaborado de cualquier manera, para cumplir, sin dar mayor importancia a un trabajo que sabía pasajero, superficial y olvidable. Nada de eso. Incluso las pequeñas notitas de pocas frases que aparecían a veces al pie de su página bajo el rubro De la vida literaria son una delicia de leer, por su ironía, su gracia y su inteligencia.

En los años en que colabora en El Hogar Borges publica ya un libro importante, Historia universal de la infamia, pero todavía no ha escrito ninguno de sus grandes cuentos, poemas o ensayos a los que deberá luego su fama. Sin embargo, ya había en él un talento fuera de lo común para leer y opinar sobre lo que leía, y una visión del mundo, de la cultura, la condición humana, del arte de inventar ficciones y de escribirlas que dan a todos estos textos un denominador común, de partes de un todo compacto. Lo primero que resalta en ellos es la curiosidad universal que guía sus lecturas, la de un lector que es ciudadano del mundo, pues se mueve con la misma soltura leyendo a Paul Valéry en francés, a Benedetto Croce en italiano, a Alfred Döblin en alemán y a T. S. Eliot en inglés. Y, lo segundo, la claridad y la fuerza persuasiva de una prosa donde hay casi tantas ideas como palabras y un esfuerzo permanente para no decir nada que no sea absolutamente indispensable respecto a lo que se propone decir. Cuentan que Raimundo Lida, en sus clases de Harvard, recordaba siempre a sus alumnos: "Los adjetivos se han hecho para no usarlos". Borges es famoso por sus adverbios y adjetivos ("Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche"), pero, justamente, lo es porque nunca abusa de ellos, porque estallan de pronto en sus frases como una aparición insólita y espectacular, que redondea una idea, abre una inesperada dimensión a la anécdota, trastorna y desbarajusta lo que hasta entonces parecía la dirección de un argumento. La riqueza de estas reseñas, comentarios o microbiografías está en la precisión y concisión con que fueron escritas: nunca parece faltar ni sobrar nada en ellas, todas gozan de aquella autosuficiencia que tienen los buenos poemas y las mejores novelas.

A veces, un párrafo de pocas frases le basta a Borges para resumir el juicio que le merece toda la vasta obra de un autor, como Samuel Taylor Coleridge: "Más de 500 apretadas páginas llenan su obra poética; de ese fárrago solo es perdurable (pero gloriosamente) el casi milagroso Ancient Mariner. Lo demás es intratable, ilegible. Algo similar acontece con los muchos volúmenes de su prosa. Forman un caos de intuiciones geniales, de platitudes, de sofismas, de moralidades ingenuas, de inepcias y de plagios". La opinión es muy severa y acaso injusta. Pero, no hay duda, quien la formula de ese modo sabe lo que dice y por qué lo dice.

A veces, en los perfiles biográficos, hay verdaderas maravillas descriptivas, como este boceto físico del historiador Lytton Strachey: "Era alto, demacrado, casi abstracto, con el fino rostro emboscado detrás de los atentos anteojos y de la rojiza barba rabínica. Para mayor recato, era afónico". No es raro que un elogio vaya acompañado de un mandoble letal, como en esta frase en la que, luego de alabar dos novelas de Lion Feuchtwanger -El judío Süss y La duquesa fea- añade: "Son novelas históricas, pero nada tienen que ver con el laborioso arcaísmo y con el opresivo bric-à-brac que hace intolerable ese género".

No hay en el Borges que escribe estos sueltos y artículos la menor concesión hacia el público de una revista que no era ni especializado en literatura ni, en su gran mayoría, lo suficientemente culto como para poder apreciar en todo su valor las opiniones y elogios o admoniciones de que estaban impregnados sus artículos. Escribe como si se dirigiera a los más exquisitos y refinados lectores de la tierra, dando por supuesto que todos lo entenderían y aprobarían o desaprobarían sus juicios de igual a igual. Y, pese a ello, no hay en estas páginas arrogancia ni pedantería, esos desplantes detrás de los cuales se disimulan casi siempre la ignorancia y la vanidad. Son textos en los que, a pesar de su brevedad, el autor se juega a fondo, desnudándose de cuerpo entero, mostrando sus manías, fobias, filias, anhelos íntimos. Los autores que frecuentará toda su vida con admiración y lealtad desfilan por sus páginas, Schopenhauer, Chesterton, Stevenson, Kipling, Poe, los cuentos de Las mil y una noches, así como su debilidad por el género policial, a muchos de cuyos cultores, Chesterton, Ellery Queen, Dorothy L. Sayers y Georges Simenon, dedica artículos. Temas recurrentes de sus ficciones y ensayos, como el tiempo y la eternidad, asoman en las observaciones que consagra a la obra de teatro de J. B. Priestley El tiempo y los Conways y a Un experimento con el tiempo de J. W. Dunne, a quien dedicaría también en otra ocasión un largo ensayo. Y, por supuesto, la fascinación que ejerció siempre sobre él la literatura oriental está presente en los comentarios a libros chinos como Historia de la orilla del agua, una antología de cuentos fantásticos y folclóricos de ese país hecha por Wolfram Eberhard y la japonesa The Tale of Genji de Murasaki Shikibu.

Textos cautivos constituye un magnífico panorama de lo que era la actualidad literaria de fines de los años treinta en el mundo occidental, época de una fulgurante creatividad en todos los géneros, la de Eliot, Joyce, Breton, Faulkner, Wolf, Mann, en la que la experimentación formal, la revisión del pasado reciente y clásico, las polémicas sociopolíticas y culturales trazaban una frontera entre dos épocas. Es fascinante que acaso nadie dejara un testimonio más agudo y sutil de toda la efervescencia de ideas, formas y creaciones literarias de aquellos años, que un (todavía) oscuro escribidor de los confines del mundo, en la página semanal que llenaba en una revista de amenidades concebida para hacer más llevadera la rutina de las amas de casa.

© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2011. © Mario Vargas Llosa, 2011.

terça-feira, 9 de agosto de 2011

Grandes eventos


Je vous parle d'un temps

El Papa se abre hueco en la ciudad

Los acontecimientos, cuando ocurren, no llevan una marca que los señale como "históricos"

Una de las citas en Madrid del Santo Padre tendrá lugar en un recinto donde se organizan ferias

Que les moins de vingt ans

Ne peuvent pas connaître...

... in http://www.elpais.com/articulo/opinion/Grandes/eventos/elpepuopi/20110809elpepiopi_12/Tes

Fue el incorregible Jean Baudrillard, con su proverbial sentido del escándalo, quien resucitó la fórmula de Macedonio Fernández "huelga de acontecimientos" para caracterizar mediante ella el periodo de estabilidad experimentado por el llamado "mundo libre" (Europa Occidental y Estados Unidos) desde el final de la II Guerra Mundial hasta el 11 de septiembre de 2001 (11-S). La ocurrencia es acertada solamente en el sentido de que pone inmediatamente de relieve que los sucesos que el mundo moderno considera "hechos históricos" (porque hacen historia o pasan a la historia) tienen como modelo privilegiado a la guerra, y por tanto una fase de paz más o menos prolongada puede provocar esa impresión de que, en términos históricos, "no pasa nada". Esta impresión es sin duda muy frustrante para los espectadores que esperan ver una película de acción (como quizá lo esperaba Baudrillard) y se encuentran con cintas neorrealistas o de la nouvelle vague, pero resulta tan agradable para las poblaciones forzadas a trabajar como extras en los documentales bélicos que, como es bien sabido, la protección contra la violencia armada es uno de los más arcaicos motivos por los cuales los mentados civiles nos avenimos a cumplir las muchas obligaciones que el Estado nos impone o, dicho más suavemente, es una de las fuentes de legitimación del poder estatal.

Hay, pues, muchas razones para desconfiar de los "grandes acontecimientos", que Zaratustra tildaba de "salados, embusteros y poco profundos", y hasta para celebrar su huelga general. Para empezar, hay que desconfiar de que, pese a su nombre, se trate en verdad de hechos "históricos", puesto que su grandeza consiste casi siempre en su supuesta capacidad de señalar el comienzo o el fin de algo (preferentemente,una era o una época), de indicar, como suele decirse, un antes y un después de ellos. Y los historiadores, que salvo deshonrosas excepciones patrias son gente sensata, tienen el suficiente sentido común como para saber que no es así -con gran estruendo de cohetes y altavoces de alcance mundial que anuncian el asunto en grandes pancartas y titulares a cuatro columnas- como comienzan o terminan los periodos históricos. Y es que, por desgracia, los acontecimientos, en el momento en el que acontecen, no suelen llevar sobre ellos la inscripción "ojo, se trata de un gran acontecimiento que abre un tiempo diferente". Al contrario, y como ocurre a la Guerra Civil española que ahora cumple 75 años, es a medida que el tiempo nos va separando de ellos y que se van convirtiendo en objeto de relatos novelescos, películas, reportajes, documentales, biopics, canciones y exposiciones temáticas como se tornan narraciones míticas que se superponen a la historia -que a menudo es una mezcla informe de masacre, mezquindad y algún brillo fortuito de nobleza-, estableciendo en ella coordenadas de sentido y de sensibilidad que permiten a las gentes "ubicarse" superficialmente en su tiempo y sentirse parte de él ("¿Dónde estabas cuando estalló el 23-F, o cuando cayó el muro de Berlín, o cuando se derribaron las Torres Gemelas?"); y es entonces cuando devienen realmente "grandes acontecimientos", es decir, cuando -fetichizados, magnificados, poetizados y mitificados- se convierten en enormes depósitos pasionales de donde muchas comunidades obtienen réditos emocionales en términos de identificación, de autosatisfacción y de autoafirmación, en pivotes de alineamiento y movilización electoral para aglutinar a los partidarios o estigmatizar a los adversarios, y eventualmente en grandes negocios editoriales, artísticos, simbólicos, culturales, cinematográficos, literarios o discográficos. Y cuando esto sucede todo el mundo está tan complacido con los "grandes acontecimientos" que el trabajo intelectual, que a menudo consiste en deshacer ese enredo de lo poético y lo histórico, si no completamente imposible, sí que resulta inútil y poco agradecido. A lo mejor es por eso que las "humanidades" están de capa caída en el sistema educativo.

Pero, sea como fuere, la idea de que los acontecimientos han vuelto al trabajo tras el 11-S es tan tautológica como problemática. Sin duda, los atentados terroristas -desde Al Qaeda hasta los brutales y recientes sucesos de Noruega- se apropian tiránicamente de las portadas de los informativos. Con ellos solo pueden competir las noticias económicas (y eso cuando, como en los últimos tiempos, reverdecen los laureles del crash de 1929) y los encuentros deportivos, pues ambos conservan el prestigio de la facticidad. Las primeras (aunque en ellas la diferencia entre hecho y ficción desafía a veces la finezza de un Arcadi Espada) han heredado de los "hechos de armas" la sustancia del valor, cuyas cotizaciones se leen hoy en los diarios financieros como antaño los partes de guerra con los avances y retrocesos de los contendientes y las listas de bajas y prisioneros, que también actualizaban las cuantías de los valores en liza. Sin embargo, los hechos que Baudrillard echaba de menos eran sobre todo acontecimientos políticos, y las guerras que cínicamente añoraba eran guerras entre Estados (a veces combinadas con guerras civiles por el control de un Estado), acordes por tanto a la concepción de la "historia universal" cuyos protagonistas fueron los Estados-nación que hicieron del mundo el teatro de operaciones de las "relaciones internacionales". En cambio, lo que hoy se cotiza como "acontecimiento", tanto en su dimensión polémica como económica, carece por completo de la solidez argumental de la historia universal: esta fue una de las grandes falacias del concepto de George Bush Jr. de "guerra contra el terrorismo" (War on terror), como muestran una y otra vez las dificultades para encontrar salidas siquiera militarmente comprensibles a las invasiones de Afganistán e Irak.

Quizá por ello el poder estatal tiene hoy serias dificultades para legitimarse ofreciendo protección contra esos ataques de sentido difuso o contra los desastres económicos causados por las obligaciones que esos mismos Estados han contraído con sus acreedores, obligaciones que anteceden y superan a las que tienen con sus ciudadanos contribuyentes. En consecuencia, las noticias que aparecen en los informativos bajo el rótulo de "política" son casi siempre historietas tan intrascendentes como previsibles que raramente superan el interés de una querella de personalidades enfrentadas en un patio de vecinos provinciano.

La última evidencia de este decaer de los acontecimientos es la aparición, desde hace ya más de una década, y por vía de anglicismo, del término evento como sustituto de "acontecimiento", para designar una clase concreta de ficciones colectivas diseñadas específica y metódicamente como espectáculos, es decir, con la previa garantía de que en ellas nunca puede pasar nada. Es casi seguro que la organización de "grandes eventos" deriva del ámbito de la empresa privada: un "evento" es una suerte de espectáculo privado que se monta para establecer o mejorar la imagen de una marca comercial, para aumentar la "fidelidad" de los clientes hacia un producto mercantil o de los empleados con respecto a su propia compañía, siendo completamente indiferente tanto su contenido como su marco, con tal de que sean lo suficientemente vistosos. Pero ha conseguido exitosamente colonizar los espacios públicos ("la noche de los teatros", "la noche de los museos", "la noche de los investigadores", "la noche en blanco" y un interminable etcétera) en las grandes celebraciones conmemorativas, creando una ilusión de participación colectiva y rellenando con su infinitamente inflada y frenética proliferación de actos la igualmente infinita vacuidad de acontecimientos políticos de la vida pública. Sin ir a buscar más lejos otros ejemplos sangrantes, la Jornada Mundial de la Juventud que, a falta de olimpiadas, se le viene encima a la ciudad de Madrid en estos días, es un perfecto ejemplo de "gran evento": catequesis en polideportivos y auditorios, el Papa cruzando la Puerta de Alcalá en su Papamóvil, vía crucis con pasos de Semana Santa llegados de todos los rincones de España, actuaciones musicales combinadas con plegarias a la Virgen en el aeródromo de Cuatro Vientos, carpas para adorar el santísimo sacramento y encuentro del Santo Padre con los santos voluntarios en el Ifema, es decir, en el recinto madrileño dedicado a las ferias y exposiciones comerciales.

Una mente suspicaz podría incluso llegar a pensar que esta eventualización hinchada de su propio vacío que domina nuestro tiempo es una de las causas que impiden la incidencia de genuinos acontecimientos políticos capaces, si no de escribir la historia, sí al menos de interrumpir por un momento su paródica e inacabable agonía.

José Luis Pardo es filósofo

segunda-feira, 8 de agosto de 2011

El 15-M ante Europa


Los indignados han emprendido el camino de Bruselas tras concluir su manifestación en Madrid con la Oda a la alegría. Recuperan como símbolo europeo la gran coral de Beethoven, lamentablemente apeada del Tratado de Lisboa. Practican la democracia participativa consagrada en el mismo, eso sí como complemento y no como alternativa de la representativa. Ahora, se va extendiendo su dimensión europea, con un curioso éxito en Israel. Vasto programa en el que tendrán que medirse con populismos nacionalistas e insolidarios.

... in http://www.elpais.com/articulo/opinion/15-M/Europa/elpepuopi/20110809elpepiopi_5/Tes

A la vez, los pacíficos "indignados" gritaban contra el Pacto del Euro, no a favor de volver a la peseta. Tampoco en Grecia se pide la vuelta al dracma. Aunque tardía y contradictoria, la solidaridad europea está impidiendo naufragios inevitables si cada país hubiera estado solo bajo la galerna especulativa.

Mientras tanto, el euro sigue creciendo. Gorbachov valora como acontecimiento europeo del año el ingreso de Estonia en el euro, país que era una república soviética hace 25 años, y Polonia, que protagoniza la actual Presidencia del Consejo convertida al europeísmo, se prepara activamente para entrar.



La cuestión clave es si se está creando una escena política europea cuando el rescate griego o el diferencial del bono propio con el alemán están tan presentes en las noticias como el tiempo. El Consejo Europeo se configura como un Gobierno europeo con ritmo de reunión mensual aunque con riesgos por el desplazamiento del método comunitario por el intergubernamental, oportunamente denunciados por Mario Monti al señalar que el problema real "es la insana cortesía entre los Estados miembros y la excesiva deferencia hacia los grandes".

Frente a una visión apocalíptica y negativa, el mejor método para medir los estados de ánimo de los ciudadanos europeos es el Eurobarómetro.

En el último Eurobarómetro, la UE es la institución más valorada para salir de la crisis, con el 45% de españoles y europeos que la califican como eficaz para mejorar la situación económica, luchar contra el desempleo, ayudar al fomento empresarial y el crédito. La opinión de los españoles sobre la economía en la UE supera en siete puntos a la propia. Los objetivos para 2020 merecen un apoyo del 60% de la opinión pública europea.

Parece que en España no se está produciendo el repliegue nacionalista que convierte a las instituciones comunitarias en chivos expiatorios. Actitud coherente con la mantenida desde la transición democrática de considerar la apuesta europea como la mejor para el futuro del país.

En estos términos, defender que es mejor más Europa no es un acto de fe del carbonero. El debate sobre el próximo marco financiero 2013-2020 se abre ahora.

Para España supone hacer cuentas con un exitoso cuarto de siglo europeo, en el que la solidaridad comunitaria bien utilizada ha sido un aporte clave. Una tesis materialista sostiene que en el momento en que un país pasa a ser contribuyente neto (contestable definición) se vuelve cuando menos eurotibio. De ahí la necesidad de crear un nuevo relato que sea sugestivo para las nuevas generaciones con Europa como parte de nuestra vida cotidiana y destino compartido.

La respuesta a la crisis del euro no es solo un debate entre países, también se plantea en la escena europea, y cabe preguntarse si las familias políticas europeas funcionan. La cuestión de su coherencia europea se plantea sobre todo al PPE, que acumula poder al máximo nivel en la Comisión y el Consejo más el tándem Merkel-Sarkozy. Cuando sus líderes europeos apelan a la solidaridad, sus socios portugueses, griegos o españoles van a lo suyo, dejando que sus primeros ministros socialistas se encarguen de hacer el trabajo sucio frente a la crisis y les dejen el poder lo más despejado posible.

La protesta contra el Pacto del Euro se plantea en esencia contra el desigual reparto de las cargas en una crisis provocada por la especulación de casino de un capitalismo financiero globalizado sin control. El nuevo marco multilateral del G-20 plantea cuestiones esenciales en lo industrial, comercial y financiero tanto a Europa, como a Estados Unidos y China, con la mayor potencia comunista convertida en el prestamista principal de la mayor potencia capitalista.

Si se ponen en común la bolsa y la vida como se decidió al crear la UE con la moneda única y la ciudadanía común, a la larga la escena política se sitúa a ese nivel. Eso es lo que está ocurriendo con el paquete de gobernanza económica (supervisión financiera, control de fondos de riesgo, coordinación presupuestaria, política industrial). Temas tan tabú desde el Tratado de Maastricht como la creación de un responsable económico o la emisión de eurobonos se plantean con urgencia.

La mejor aportación para el futuro de la UE es trabajar juntos para salir de la crisis. Para hacer frente al desafío del cambio climático, tener peso en el futuro comercial y monetario del mundo globalizado con posiciones de vanguardia en lo digital, energético y, sobre todo, en la formación de capital humano, preparar juntos 2020 es esencial. También para los indignados europeos, siguiendo a su europeísta inspirador, Stéphane Hessel.

Enrique Barón Crespo es presidente de la Fundación Europea para la Sociedad de la Información.

domingo, 7 de agosto de 2011

... a ver... navios!!!...

... redondeios circunstanciais,
carrosséis delirantes,
no reino dos menos iguais,
comitiva que se aguarda,
reluzente no pavoneio,
espaço mais avançado,
tipo reserva,
folgança que se aprecia,
conserva,
vedada aos demais gentios,
vulgaridades,
aplaudindo desafios,
distinções,
disparidades,

palermóides em Cascais,
antanhos desajustados,
uns, com tantos criados,
regalias comezinhas,
vendo barquinhos passar,
com amigos, tão resguardados,

redil de enredado carapulo,
fina flor, outra origem,
afastada da fuligem,
telhado, sem chaminé,
sem cheirete, sem chulé,

escumalha de trapo no pé,
fazendo injusta diferença,
dando mostra, sendo cúmulo,
minha impressão, minha crença,
palermice, mais valia, avença,

procedimento de quem pouco vale,
se convence, quando se mostra
perante turba gigante,
usando o que não lhe pertence,
tão minguado,
quando cresce,
mal visto, rejeitado
pelos que são postos de lado,

dentro da mesma massa,
com, sem trapaça,
sangue vermelho na veia,
multidão que se incomoda,
alteia,

cantinho da discrepância,
mera atitude,
extravagância,
falta de decoro,
virtude
que não receito,
quando os choro,
carregados de defeito,
longe da pluralidade,

os deploro,
com veemência,
na decência que me concedo,
não entendo
tratamento de excelência,

por lugarzito de privilégio,
por requinte passageiro,
por palmadinha nas costas,
por conluios de auspício,
por presunção meditada,
por coisita de nada,
por vaticínio, adivinhação,
apartados da multidão,

com viatura tão linda,
porta aberta, com reverência,
chapeuzito na mão,
espinha dobrada,
inclinação,
sorrisos brejeiros,
trejeitos,
inclinações em carrossel,
derivação tão recente,
rejeição de quem os mantém,
triste ralé, pobre gente,

indo SEMPRE, mais além,
ficando bastante aquém,

redil tão protegido,
barquito que voga na onda,
ventinho de feição,
espaço que é um regalo,
grupinho tão pequenino
apartado da multidão,

palermóides em Cascais,
no reino dos menos iguais,
acasos circunstanciais,
reluzentes no pavoneio
num instante,
redondeio,

apontamento extravagante,
retrocesso,
tempus de antanho,
outro jeito,
outro processo,
indo SEMPRE mais além,
esquecendo quem os mantém!!!... Sherpas!!!...